En medio de un nuevo escándalo teñido de denuncias de espionaje por parte de agencias de inteligencia británicas y estadounidenses a dignatarios extranjeros durante las dos cumbres del G20 ocurridas en Inglaterra en 2009, los últimos dos días se llevó a cabo una nueva reunión entre los líderes de los países del G8 en Fermanagh, Irlanda del Norte.
El escándalo en cuestión, desatado la semana pasada por el periódico inglés The Guardian, el cual utilizó documentos provistos por el exempleado de la CIA y whistleblower Edward Snowden, se produjo por la denuncia de que en dos oportunidades en 2009 la CGHQ, una de las tres agencias de inteligencia británicas, realizó una serie de acciones que incluyó penetrar la seguridad de los teléfonos BlackBerry de muchos delegados para obtener acceso a sus mensajes y llamados y montar una serie de cyber cafés falsos en los que se invitaba a las delegaciones extranjeras a utilizar libremente computadoras desde las cuales, con software espía y key-loggers se obtuvo acceso a sus cuentas y contraseñas.
Además, los documentos entregados por Snowden daban cuenta de la presencia de 45 agentes en permanente vigilancia que, utilizando los datos extraídos a través de esos métodos, informaban a los delegados británicos sobre las acciones y comunicaciones establecidas por los extranjeros, inclinando la balanza durante las negociaciones en su favor. De acuerdo con estos documentos, puede probarse que el ministro de finanzas turco y quince miembros de su delegación fueron víctimas directas de este tipo de estrategias.
Por otro lado, los reportes incluyen un informe detallando como se interceptaron llamadas del entonces presidente ruso Dimitri Medvedev mientras éste hablaba con Moscú luego de un encuentro con el presidente estadounidense Barak Obama durante una de esas cumbres. De acuerdo con el exempleado de la CIA, esta operación fue realizada por la NSA y compartida con oficiales de alto rango de países como el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelandia.
Estas revelaciones provocaron quejas por parte de los gobiernos de Rusia y Turquía y un sentimiento de incomodidad por parte de David Cameron, primer ministro británico, quien ofició como anfitrión durante la nueva cumbre.
Sin embargo, la rispidez de los temas a tratar, tales como la situación cada vez más caótica en Siria, país en el que Rusia ofrece un amplio apoyo al gobierno de Bashar Al-Assad y en el que Estados Unidos decidió recientemente apoyar a los rebeldes entregándoles armas, se convirtieron en el centro de la agenda.
La cumbre concluyó con un comunicado conjunto por parte de las delegaciones presentes llamando a charlas de paz por el tema sirio en Ginebra “lo antes posible”, aunque no se tomaron definiciones con respecto al futuro de Assad.
Por otra parte, otro tema central durante la reunión fue la lucha contra la evasión impositiva, tema sobre el cual los países miembros del G8 decidieron tomar acciones conjuntas.